16/3/18

Implicar a la población local en la toma de control de su situación


MONEDAS LOCALES: Las oportunidades perdidas

En el seno de los movimientos alternativos hay mucho interés por introducir monedas locales y, de hecho, estas han sido elementos centrales en muchas Localidades en Transición y otras iniciativas. Desgraciadamente, creo que la mayor parte han estado mal enfocadas, al no conseguir captar el poder que una moneda local puede tener, y no es probable que supongan una contribución significativa a objetivos como la sostenibilidad y la resiliencia de las localidades donde se han puesto en marcha.

En la triste historia del mundo el poder ha ejercido un rol muy importante sobre la moneda. Quienes tienen la mayor parte del dinero, o la capacidad de crearlo —como los bancos—, han estado en disposición de determinar lo que sucede, simplemente por ser capaces de decidir por qué será prestado y en qué terminos. En el siglo XIX el duque de Wellington estaba en una ocasión a punto de ser derrotado pero fue capaz de continuar y ganar cuando la banca Rothschild decidió prestarle un montón de dinero. Lincoln probablemente hubiera perdido la guerra civil estadounidense porque los bancos rechazaban prestarle dinero (en términos razonables), pero hizo lo que las Localidades en Transición deberían hacer, esto es, creó su propio dinero y lo gastó en lo que necesitaba.

En las nuevas economías sostenibles, justas y gozosas que vamos a crear, nosotros, los ciudadanos locales, tendremos el control de casi todo, incluyendo la creación, emisión y uso del dinero. Y las nuevas monedas que crearemos serán el instrumento más poderoso que tendremos para desarrollar el sistema que queremos. Pero esto sólo será así si se diseñan y se introducen juiciosamente para conseguir los resultados deseados. Por desgracia, la mayor parte de las monedas locales que conozco están totalmente faltas de un diseño sensato, revelan no entender cuál es el mejor uso para una moneda local y no pueden tener efectos significativos.


La forma más común de moneda local que se pone hoy día en marcha en iniciativas alternativas supone simplemente crear un nuevo billete para que sea utilizado en lugar de la moneda normal/nacional existente. Por ejemplo, la gente puede comprar libras de Bristol pagando por ellas con libras británicas. Esto no puede suponer casi ninguna diferencia para la estructura y funcionamiento de la ciudad o para contribuir al tipo de desarrollo de nuevas empresas e infraestructuras necesarias. Sobre todo, poco o nada puede hacer para dedicar los recursos —actualmente numerosos— y gente ociosos a la creación de nuevo empleo productivo. Esta es la función, extraordinariamente importante, que las monedas locales pueden cumplir, y es un elemento crucial en la revolución que debemos conseguir.

El argumento común es que la nueva libra local anima a compras locales porque no se puede gastar fuera de la ciudad. Pero cualquiera que comprenda la importancia de comprar productos locales ya lo estará haciendo, independientemente de la moneda que tengan. Cualquiera que no lo comprenda, comprará lo que sea más barato, que típicamente será un producto importado. Obviamente, lo que importa aquí es conseguir que la gente entienda por qué es importante comprar local. Substituir simplemente una moneda local no supondrá mucha diferencia, (… aunque probablemente aumenta la conciencia local y la disposición a comprar a productores locales y puede tener efectos positivos sobre la cohesión social). Téngase en cuenta que sustituir no crea dinero adicional; no se añade al suministro de dinero ni aumenta la cantidad de las cosas que se pueden pagar o hacer.

De manera similar, las monedas que se deprecian con el tiempo son innecesarias y un error. Cualquiera que comprenda la situación no necesita ser penalizado por conservar nuevo dinero y no gastarlo. En cualquier caso es una equivocación pretender animar al gasto. La gente debería comprar tan poco como puedan y cualquier economía en la que sientas la obligación de gastar para que algún otro trabaje es una economía estúpida. En una economía sensata solo existe el trabajo, la producción y el gasto y uso de dinero necesarios para asegurar que todos tengan lo suficiente para una buena calidad de vida.

El principal objetivo de una moneda local: 
conseguir que la capacidad productiva entre en acción

El viejo y simple sistema LETS nos proporciona un buen ejemplo. Consideremos una situación en la que Pedro puede producir zanahorias y quiere pan, pero no puede conseguirlo porque no tiene dinero, y María puede producir pan y quiere zanahorias pero no puede comprarlas porque tampoco tiene dinero. Así que ninguno de los dos puede cubrir sus necesidades simplemente porque no tienen dinero. La solución es obvia: crea el tuyo propio, esto es, comercia usando pagarés. María puede entonces decir “Gracias por las zanahorias, Pedro. Ahora te debo un dólar porque nos hemos puesto de acuerdo en que eso es lo que valen”. Pedro dirá: “Gracias por el pan. Ahora te debo un dólar porque nos hemos puesto de acuerdo en que eso es lo que esta cantidad de pan vale”.

En un sistema LETS con éxito y muchos participantes, una persona que tenga un pagaré por valor de un dólar puede usarlo para comprar por valor de un dólar lo que cualquier otro miembro tenga para vender. El pagaré funciona como dinero, que es una nueva moneda creada que permite la producción e intercambio entre personas que no tienen dinero normal/nacional en absoluto. Se ha creado así una nueva moneda que pone a trabajar recursos y gente anteriormente ociosos, cubriendo las necesidades mutuas.

Obviamente, el dinero físico, los billetes o registros electrónicos no ocupan un lugar central aquí. Lo que importa es la organización, los acuerdos que se han establecido para permitir que empiece una interacción económica deseable. El dinero es simplemente un instrumento de registro que permite a todo el mundo seguir el rastro de cuánto han contribuido, de lo que deben y de lo que han ganado el derecho a recibir. Téngase en cuenta que esta nueva forma de dinero no necesita ser pedida en préstamo a nadie y no hay necesidad de endeudarse para conseguirlo o pagar intereses sobre la cantidad que tengas. Y ningún banco tiene nada que decir acerca de la finalidades con la que es utilizado, ni puede evitar que ese dinero esté a disposición de un objetivo que no les conviene.

He aquí una muestra de la aplicación básica que veo como el mecanismo fundamental para comunidades que empiezan a conseguir el control de la situación. Nuestra Cooperativa de Desarrollo Comunitario (CDC) crea un huerto comunitario e invita a la gente a venir y trabajar en él, especialmente aquellos que no tienen empleo o vivienda. Las contribuciones en tiempo se registran para que más tarde el producto se pueda compartir en proporción a las contribuciones. El registro representa el ingreso en una forma parecida a un pagaré. Se puede utilizar para comprar productos del huerto cuando estén disponibles. Con el tiempo, cuando la CDC ya ha creado muchas otras iniciativas similares, el tiempo de trabajo  empleado en un huerto puede ser utilizado para conseguir bienes de la cooperativa de ropa, de la panadería o del huerto de árboles frutales.

Ya hay en marcha algunas versiones a muy gran escala de este proceso de creación de dinero, por ejemplo allí donde las grandes corporaciones comercian entre ellas sin usar ninguna divisa normal, y mucho menos teniendo que pedir prestado con interés para poder adquirir. Lo hacen simplemente registrando en una agencia central las cantidades debidas por los bienes adquiridos de los miembros del sistema.

Pero es a nivel de pueblo o ciudad donde se encuentra el potencial revolucionario. Por ejemplo, un ayuntamiento podría imprimir una cantidad determinada de nuevo dinero y usarla para crear pequeños nuevos negocios que proporcionasen trabajo a gente sin empleo para producir cosas que necesitan. Los ayuntamientos le dicen, entonces, a todo el mundo que aceptarán este dinero como pago por las tasas municipales. El nuevo dinero que recibe el ayuntamiento como pago se puede usar entonces para adquirir parte del trabajo y suministros que necesita de las empresas creadas, completando de esta forma el flujo circular de dinero. La gente acabada de emplear puede comprar cosas de las otras empresas pagando por ellas con el nuevo dinero porque esas empresas saben que pueden usar el dinero para pagar parte de sus impuestos.

Lo que el ayuntamiento ha hecho es crear, añadir, un nuevo sector de la economía, que comercia usando la nueva moneda. En el pensamiento de transición de la Vía de la Simplicidad nos referimos a esto como la “Economía B”, que la Cooperativa de Desarrollo Comunitario trabaja para expandir como el marco en el que la producción socialmente necesaria —pero olvidada— se puede llevar a cabo, por fuera de la vieja “Economía A” que no consigue atenderla. Podemos regir la Economía B mediante mecanismos de control plenamente participativos —fundamentalmente reuniones ciudadanas— y sin ninguna referencia a lo que sea que piensen bancos o corporaciones, lo que harían las fuerzas de mercado, qué está pasando en la economía global o qué maximiza los beneficios o el PIB.

La Economía B somos nosotros mismos tomando parte —o más— control de nuestro propio destino mediante la aplicación racional colectiva de nuestros recursos a nuestras necesidades. En el próximo futuro, a medida que la Economía A se autodestruye progresivamente, más y más gente empezará a participar en la Economía B. En el largo plazo seremos capaces de ver cuánto de la Economía A tiene sentido mantener. Podría ser que le dejásemos muchas cosas poco importantes, o que nos pongamos de acuerdo en eliminarla progresivamente de una manera completa.

Es en el nivel nacional donde este enfoque puede tener sus efectos más profundos. Actualmente tenemos una situación extremadamente estúpida en la que los gobiernos piden prestadas enormes sumas de dinero a los bancos privados para construir infraestructuras, etc., y tiene que devolverlas con intereses. Ellen Brown (2011) estima que en un periodo de 24 años los estadounidenses han pagado más de 8 billones de dólares en intereses ¡solo de deuda federal! ¿Dónde consiguen los bancos el dinero para prestar a las corporaciones y a los gobiernos? Lo sacan de la nada. Lo imprimen (…ahora electrónicamente). Pero como Ellen y muchos otros han señalado, los gobiernos podrían crear/imprimir su propio dinero y emitirlo mediante sus bancos centrales impidiendo así que centenares de miles de millones de dólares del contribuyente fluyeran a las arcas de los superricos cada año. Después de todo, en sus esfuerzos por solucionar la crisis financiera global el gobierno estadounidense ha impreso y dado (a los ricos) varios billones de dólares.

El gobierno australiano de Rudd tuvo la sensatez de dar 900 dólares a cada australiano y es por esto por lo que hemos pasado por la crisis financiera mejor que el resto. Hay movimientos de reforma monetaria por todo el mundo que intentan librarse del absurdo sistema actual que permite a los bancos privados imprimir y emitir dinero bajo la forma de deuda (que se le debe a ellos) y amasar constantemente centenares de miles de millones.

Pero no son los ahorros lo más importante aquí, sino el poder de determinar el desarrollo y la distribución. De la misma forma que nuestro CDC ciudadano puede decir qué actividades poner en marcha usando el dinero que puede crear, un gobierno que imprime su propio dinero puede prestarlo o dárselo a quienes quieran crear actividades socialmente deseables. Puede quitar a los Rothschilds el poder de decidir qué se tiene que desarrollar. Los bancos existentes solo prestarán si puedes pagar sus tasas de interés, tan altas como sea posible, de manera que los préstamos van mayoritariamente a empresas que producen basura consumista para los pocos que viven en los países ricos. Los bancos nunca prestan a los proyectos más necesarios.

Entonces, ¿por qué Grecia no emite su propio dinero y permite la creación de muchas pequeñas granjas y talleres para que millones de personas puedan empezar a producir los productos que se necesitan con desesperación? Grecia está llena de Pedros y Marías capaces de producir lo que necesitan pero no pueden hacerlo simplemente porque no pueden conseguir un poco de dinero para establecer pequeños negocios. ¿Por qué el gobierno griego no imprime algo parecido a los pagarés para poner en marcha todo esto? Porque la UE no lo permitiría, ¡por eso! Los bancos que prestaron imprudentemente a Grecia (cuyas élites tienen parte de la culpa) ahora tienen el poder de decidir la política nacional griega y la dedican a devolver una deuda imposible. Esto incluye redirigir fondos del bienestar a la devolución de la deuda y vender activos nacionales (a inversores extranjeros y a precios de ganga). A lo largo de la historia esta ha sido una de las vías principales por las que los superricos se han hecho más ricos. Cuando los deudores no pueden cubrir sus pagos de intereses, compran sus activos a un precio barato porque no están en disposición de pelear.

De manera similar las condiciones aplicadas a los préstamos del FMI y del Banco Mundial fuerzan prácticamente a todos los países del Tercer Mundo a orientar su actividad económica interna al pago de la deuda y, por tanto, a apartarla del cubrimiento de sus necesidades internas. Si pudiesen establecer una Economía B, esta permitiría que mucho trabajo, tierra, madera y talento fuesen a la producción de lo que la gente necesita… pero esto significaría que estos recursos productivos no fluirían a actividades que benefician a los propietarios del capital y a los consumidores del mundo rico. ¡Qué conveniente resulta que los Paquetes de Ajuste Estructural impidan a los países pobres utilizar sus recursos para cubrir sus necesidades!

A nivel de población lo que más importa no es el empleo y las empresas que se crean cuando se introduce una moneda local con esa intención. Lo que más importa es que el proceso implica a la población local en los primeros pasos hacia la toma de control de su situación. La situación mundial sin salida que tenemos implica niveles de uso de recursos que están mucho más allá de lo sostenible y el control por parte de distantes fuerzas globalizadas que llevan inevitablemente a un mayor crecimiento y al mayor enriquecimiento de los ricos. No puede haber otra solución a esto que una transición a comunidades básicamente localizadas a pequeña escala y en gran parte  autogobernadas que colectiva y racionalmente orienten la capacidad productiva local a cubrir sus necesidades locales.

El paso crucial en esta transición es comprender que tenemos que unirnos para hacer funcionar nuestra ciudad para que cubra nuestras necesidades. Su desarrollo, su destino, no se puede dejar a las fuerzas mundiales del mercado o a gobiernos lejanos que maximizarán los beneficios de las corporaciones. Cuando ponemos en marcha formas de dinero que traen con ellas el poder de determinar qué es lo que se desarrolla estamos introduciendo y reforzando la comprensión de que podemos escoger cómo construir nuestra ciudad o pueblo de la forma que queremos. No tenemos que seguir a merced de aquellos que actualmente controlan el suministro de dinero.

Este es el inmenso poder sobre el desarrollo, los flujos de recursos y las vidas de miles de millones, que viene con la capacidad de crear y prestar dinero. Por tanto, es muy desafortunado que los movimientos alternativos parezcan tener una comprensión tan escasa del hecho de que podemos quitar con mucha facilidad ese poder al 1%, pero tan solo si creamos y usamos nuevo dinero en aquellas formas que nos permitan el milagro.

Sustituir simplemente dólares normales por ecodólares no lo hará.

Referencias
  • Brown, E., (2011), “ECB a barrier to crisis exit”, Asia Times, 1, Dec.
  • Kennedy, M., (1988), Interest and Inflation Free Money, Permacultur Institute, Ginsterweg, D-3074, Steyerberg, Germany.


(Texto originalmente publicado en Resilience.org. Traducción de Carlos Valmaseda y revisión de Manuel Casal Lodeiro. Para una discusión más detallada véase, en el web del autor: “TSW: Money, Banking, Debt, Interest and Local Currencies“.)


No hay comentarios: