4/8/17

Todos hacemos lo mismo, a la misma edad y al mismo tiempo

SE CANSÓ DEL CAOS DE LA CIUDAD Y SE FUE A VIVIR AL CAMPO

Jessica vivió 22 años sin cuestionarse sobre su vida y el peso que tenían los otros en su rutina diaria hasta que un día decidió cambiar su historia. 
¿Cómo es vivir en una chacra, lejos del consumismo y sin presiones?

¿Qué peso tienen los mandatos familiares sobre mi vida?
¿Hasta que punto soy feliz haciendo lo que hago?
¿Estoy viviendo mi vida o la que otros quieren que viva?
¿Hacia dónde me va a llevar todo esto?

A los 20 años Jessica llegó de Colombia a estudiar Diseño Gráfico y a los 23 -angustiada, estresada y confundida-, se cuestionó si estaba contenta con su vida. Lo que siguió, fue un cambio rotundo hacia un día a día con mayor plenitud y bienestar.

SU HISTORIA

Jessica se crió en un hogar de clase media colombiana, donde el estudio era una obligación sin posibilidad de cuestionar. En el 2010 aterrizó en la UBA para estudiar diseño gráfico. Sus padres estaban tan felices por la elección que hasta decidieron darle una ayuda económica para que pueda abocarse de lleno a la facultad.

Sin embargo, a medida que la carrera avanzaba, Jessica se daba cuenta de que no era lo que quería. Sentía que no tenía posibilidades de expresarse y que, de seguir adelante, toda su vida iba a estar frente a una computadora cumpliendo horarios de oficina. También se puso a reflexionar sobre las vacaciones, sobre como cada año tachaba los días para irse de viaje y luego volvía a una rutina desesperante que no le gustaba.
Para ese entonces, estaba en pareja con Matías, un estudiante avanzado de jardinería, amante de la naturaleza y la vida tranquila. Con él compartía sus pensamientos y su malestar. Comía mal, casi no dormía, estaba todo el día sentada en la computadora haciendo trabajos.
Un día, cuando llegaron a un asado en la casa de unos amigos ella de desmayó. El médico que la atendió le dijo: "Es estrés. Intentá relajar la mente. Me llama la atención que tantos chicos de tu edad estén pasando por este tipo de situaciones".
En parte, el médico tenía razón. Jessica estaba estresada, pero también tenía fuertes dolores debajo de la costilla derecha que no la dejaban moverse. Era el hígado, pero ella ni siquiera sabía dónde quedaba. No conocía su cuerpo y nunca se había detenido a escuchar las señales que le estaba dando.
Estuvo diez días sin poder levantarse de la cama. Le hicieron muchos exámenes pero no le encontraron nada. Esos días reflexionó sobre sus hábitos y su estilo de vida hasta que sembró la semilla del cambio. Estaba convencida: tenía que "soltar".

EL CLICK

"Mi mamá me había inculcado que tenía que ser una súper empresaria para triunfar en la vida y que si no lo lograba iba a fracasar. Y por un momento lo creí. Pero cuando empecé a tomar consciencia de que había otra alternativa me di cuenta de que era libre de elegir cómo quería vivir - dice Jessica- No es algo que sucede solamente en mi familia.

Las ciudades te adiestran para que sigas ese modelo. Todos hacemos lo mismo, a la misma edad y al mismo tiempo".


A los pocos meses de desmayarse abandonó la carrera, se peleó con su familia, que no compartía su decisión, y empezó a planear su nueva vida.

Matías también buscaba un cambio. Se había cansado del ritmo que le exigía la ciudad, del smog, el ruido y la velocidad del día. Juntos empezaron a desintoxicarse y escucharse. De una de esas charlas surgió el deseo de tener un espacio de tierra propia donde vivir, una huerta para hacer su alimento y una fuente de agua.
Con la semilla plantada decidieron hacer un viaje por Misiones. Allí conocieron mucha gente que les abrió los ojos y los impulsó a tomar la decisión de salir a buscar un lugar donde vivir, en una zona rural, alejados de todo. Trabajar sólo para pagar el alquiler, como venían haciendo, les parecía un chiste de mal gusto. Se sentían incómodos con sus vidas actuales, querían cambiar su presente y elegir su destino.

CÓMO FUE EL CAMBIO

A fines de 2014 decidieron instalarse en Misiones. Recorrieron la provincia de punta a punta hasta llegar a El Soberbio, una ciudad de 5 mil habitantes que los enamoró al instante.
Durante varias semanas caminaron 30 kilómetros por día para visitar terrenos. En esas recorridas se fueron involucrando con la gente del lugar, que los apodaron con amor y empatía "los cambiantes".

Una tarde llegaron a una chacra y entendieron que era ahí donde querían vivir por muchos años. Tenía un arroyo escondido con un salto precioso. La compraron y volvieron a Buenos Aires para dar la noticia y ahorrar un poco más de dinero para edificar la casa. A fin de año se mudaron y empezaron de cero a construir su nueva vida.


Matías construyó la casa con ayuda de los vecinos.
Hoy tienen su propia huerta de donde sacan los alimentos que consumen.

TRES AÑOS DE BIENESTAR
Hoy toman agua de la vertiente, tienen una huerta donde producen su alimento y el resto de insumos que utilizan en el día a día. Llevan una vida muy tranquila y tienen una comunidad de vecinos muy buena con los que comparten los días. Ambos hacen productos naturales (cosmética y productos elaborados con insumos de la chacra) y le dedican mucho tiempo a cuidar la tierra. 
Viven sin horarios, sin despertador y rodeados de naturaleza.
Hace cinco meses nació Tao, su primer hijo. El nombre no es casual. Pertenece a la cosmogonía oriental que significa el todo y la nada. El camino. Eso que somos y eso por lo que vamos. Algo que Jessica y Matías traducen como la sorpresa, la búsqueda de felicidad, la nueva vida.

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