12/12/12

No, no hemos aprendido nada.


Lo último: Pagar a plazos la alimentación.

Me quedé petrificada al leer el gran cartel: El Corte Inglés financia las compras de alimentación en su supermercado en el período de Navidad. Hasta tres meses sin intereses, después con “los de cualquier crédito” en esa entidad: el 18% anual de TAE. 

En las redes sociales me han contado que hay similares “ofertas” al menos en Carrefour y en Eroski. Es decir, no se prive Vd. del jamón ibérico, los langostinos o el capón, coma un día y digiéralo a lo largo de 2013 pagando cada mes. Son tan entrañables estas fechas.

El ingenio de este país –es casi lo único que tenemos a raudales- imaginó enseguida en Twitter, cómo sería el desahucio de las nécoras ingeridas en diciembre allá por Marzo, si no se ha satisfecho la cuota. O los requisitos para comprar angulas que, sin dudar, exigirían hipotecar al menos el piso. 175 euros el cuarto cuestan, congeladas, según me enteré de casualidad hace poco en una tienda no de las más caras. Hubo también quien vio “una gran oportunidad para que las familias puedan disfrutar de una navidad”… como el consumismo manda.

No, no hemos aprendido nada. Hay quien por más que se dé mil cabezazos contra la pared, seguirá embistiéndola. Se puede entender endeudarse para pagar la carrera universitaria de los hijos –ahora que el gobierno del PP la ha vuelto prohíbitiva-, por una enfermedad, pero ¿para comer de lujo en Navidad?

En un país al que ya ha llegado el hambre textualmente, en el que la precariedad se extiende como marea incontenible, habrá quien sucumba a la tentación de comprar a crédito las gambas y las almejas para comer unos días, ahora sí, “por encima de sus posibilidades”. O quien tenga que aprovecharla para comprar unas tristes patatas o filetes de pollo, lo cual es dramático. No sé con qué frecuencia se dará el caso, pero, indudablemente, la oferta está pensado para un gran gasto, para el lujo, es decir, lo accesorio. 

Con esta medida se traspasa una barrera que dice muy poco de la “Marca España”. ¿Qué más se puede financiar que la alimentación? ¿Qué más se puede ofrecer al infantilismo y avidez de placeres inmediatos que pagar a plazos una comida, dos o cuatro? Se la merecen, pobrecitos, “está todo tan mal”. Que nos quiten lo bailao. Lo que venga después ya se verá…

Rosa Maria Artal

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